Participa del proyecto Jóvenes en la Construcción de Loíza. Esta es una iniciativa de Fundación Comunitaria de Puerto Rico (FCPR) y PathStone Corporation Puerto Rico, enfocada en proveerles acceso a culminar el cuarto año de Escuela Superior, una certificación en construcción, estipendio, participar activamente en la reconstrucción de hogares loiceños, y ubicación en un empleo.

Por Ruth E. Hernández Ríos / Asesora en Comunicaciones, PathStone Corporation Puerto Rico

“Buscar un buen trabajo, superarme, echar hacia adelante, salir a flote… Me gustaría ser una arquitecta.”

Ella tiene sueños, pero hoy a sus 31 años está consciente de cuánto hay que trabajar para hacerlos realidad. Ha enfrentado retos. Sin embargo, asegura que está decidida. Quiere transformar su vida y ya empezó a tomar decisiones en esa dirección. Para ella nunca es tarde.

“Me gustaría poner una compañía de construcción que sea de chicas.” Acto seguido aclara: “¿Y sabes por qué me gustaría poner una compañía de construcción que sea de chicas? Porque la mayoría de las personas que necesitan trabajos de construcción, muchas veces son mujeres. Y cuando buscan una persona y es un hombre, es un poquito incómodo. Mientras que cuando es una chica, ya la cosa es diferente, cambia porque se sienten más en confianza”, declara con firmeza Zaimara San Miguel, participante del proyecto Jóvenes en la Construcción de Loíza.

El proyecto acogió a 11 hombres y seis mujeres. La iniciativa no solo provee la oportunidad de obtener una certificación en construcción, sino también el diploma de Escuela Superior para quienes no lo tengan, practicar en seis residencias de las comunidades loiceñas y recibir un estipendio. Además, facilita la inserción de los y las 17 participantes en el mercado laboral, una vez culminen el adiestramiento. El proyecto ha sido posible gracias a una inversión filantrópica de la Fundación Comunitaria de Puerto Rico (FCPR), otorgada a PathStone Corporation Puerto Rico.

A la izquierda, Zaimara San Miguel pintando una de las residencias beneficiadas por el proyecto Jóvenes en la Construcción de Loíza.

Zaimara cuida a su mamá, quien padece de múltiples condiciones de salud (hipertensión, diabetes, neuropatía, asma, entre otras) y a su hermanito de 12 años. Él tiene autismo. No obstante, esta joven loiceña valora la oportunidad que le brinda el proyecto. “Un día mío normal era levantarme a las 6:00 de la mañana, llegar a casa de mi mamá, prepararle desayuno, ayudarle para que ella se bañara. Luego, darle su desayuno y ayudar a mi hermanito para que cogiera sus clases, que las estaba cogiendo por internet. Darle sus medicamentos. Ella toma muchos medicamentos. (Le ponía) su insulina. Ya como a las 10:30 am tenía que hacerle su almuerzo… su merienda y sus cositas. Ya como a las 4:00 pm le preparaba su cena. Luego regresaba a mi casa para hacer los quehaceres de mi casa, cocinarle a mi esposo”, narra Zaimara al repasar su rutina antes de ser aceptada en el proyecto de capacitación e impacto comunitario.

La joven cuenta que decide participar en el proyecto porque quería completar su cuarto año. A Zaimara no le faltaban metas. Incluso, estudió enfermería. Sin embargo, hace algún tiempo el destino le hizo una mala jugada.

“Luego de haber terminado de estudiar, que me gradué y todas esas cosas, resulta ser que cuando fui a dar un último pago me entero de que ellos (la institución educativa en la que estudiaba) se fue en quiebra. Y ya no pude tener ni mi cuarto año ni mi diploma de enfermería”, cuenta Zaimara con el recuerdo aún vivo en su memoria.  “Yo me dije: ‘Bueno, tanto que yo luché para mi cuarto año y todo eso se desvaneció… pues esta es mi oportunidad para yo poder coger mi cuarto año y poder terminar la carrera que ya había empezado’”, se dijo a sí misma en aquel momento para convencerse de que participar en el proyecto era su mejor elección.

Hoy, meses después, Zaimara asegura que se siente “dichosa”, “alegre” y “contenta porque yo no esperaba nada de esto”, refiriéndose a la experiencia. “He aprendido mucho. He logrado cosas en cuestión de la construcción que yo nunca antes había logrado. Me ha ido bien”, agrega la joven, quien también valora y se siente agradecida por la oportunidad de ayudar a compueblanos en la reconstrucción de sus viviendas. “Lo que más satisfacción me ha dado ha sido poder ayudar a esas personas porque estaban en necesidad. Las casas estaban deterioradas”, añade Zaimara.  

Participantes de Jóvenes en la Construcción de Loíza mezclan cemento en una de las residencias beneficiadas por la iniciativa filantrópica.

Lo más retante del programa ha sido “mezclar cemento. No es lo mismo tú ver y decir: ‘Ah, esto se ve fácil’. A tú hacerlo y ver que da trabajo”, confiesa con seriedad. Otro aspecto retante, pero que Zaimara ha tomado como una lección de vida es su nueva rutina y el tener que adaptarse a una hora de entrada. “Bueno, esto me ha aportado mucho. Para mí ha sido un reto tener que levantarme a las 4:00 de la mañana para llegar a tiempo a mi trabajo. Y me ha enseñado a madrugar como uno dice”, valora la joven.

“TODAS TRABAJAMOS…ESTAMOS HACIENDO TRABAJO DE HOMBRES”   

Zaimara destaca el trabajo de las seis mujeres que forman parte del Jóvenes en la Construcción de Loíza. “Todas trabajamos. Ellas han usado shippy hammer. Ellas han picado paredes…. Eso del sexo débil no va conmigo porque nosotras estamos haciendo trabajo de hombres. Son pocas las mujeres que se atreven a usar un shippy hammer, a usar una pulidora para picar varilla, que eso a mí me encanta porque lo aprendí ahí y me gusta”, resalta emocionada y convencida del buen trabajo que realizan sus compañeras. “Las reclutaría. Yo diría que a todas”, afirma Zaimara para evidenciar el buen trabajo que a su juicio ha realizado el sexteto femenino.

Y en términos similares se pronuncia sobre el resto del equipo, incluidos los empleados de las organizaciones gestoras del proyecto, los compañeros participantes y los maestros. “De mi equipo puedo decir que es un equipo excelente. Hay compañerismo. Nos ayudamos. Me siento bien”, asegura. Destaca de forma particular el trato que ha recibido de los empleados de PathStone Corporation Puerto Rico y Fundación Comunitaria, las organizaciones que gestionan el proyecto en Loíza. “Muy bien me han tratado, muy bien”, añade.

Pero el sentido de equipo y de unión también aporta felicidad a Zaimara. De hecho, recuerda entre risas un momento jocoso que evidencia el sentido de equipo y de familia que tienen los participantes. “Una vez llegué un poquito tarde y cuando yo llego están todos mis compañeros en la casa que estábamos trabajando y empezaron a decir: ‘Wao, llegó Zaimara’ y a aplaudir. Y eso para mí fue algo jocoso porque fue algo que no esperaba. Eso refleja el apoyo que nos damos en el programa”, recuerda emocionada.

Esta emoción Zaimara desea que la experimenten otros jóvenes como ella que hoy se sienten frustrados porque están pasando un momento difícil.  Ella aprovecha la oportunidad para darles un consejo. “Yo le diría a ellos que lo intenten. Todo en la vida es difícil… Tienen que intentarlo y luchar por lo que ellos quieren”, exhorta la joven, quien asegura que su inspiración es “mi familia, mi mamá… darle una mejor calidad de vida a mi mamá. Mi mamá para mi significa todo, todo, todo, todo”, dice con voz quebrantada por la emoción.

“MADRE SOLO HAY UNA…”   

Zaimara tiene claro cuál es su propósito y qué la mueve. Su mamá es su inspiración.

Le gustaría retribuirle  todo lo que ha hecho por ella y el simple hecho de pensar que un día ya no pueda disfrutar de su presencia, le aterra.  “Para mí fue bien difícil cuando a mi mamá le dio un infarto. A ella le dio después del huracán María.  La pasé mal porque es mi mamá. Y yo dije: ‘Wao, se me haría muy difícil que ella en algún momento me haga falta, que me falte. Y sufrí también mucho porque mi hermanito es demasiado de apegado a ella. Y entonces, ese tiempo que ella estuvo en el hospital, aquí y allá, pues él sufrió mucho. Y me decía todos los días: ‘Zai, cuándo viene mamá. Llévame a ver a mamá’. Incluso, tuve que yo llevarlo un día al hospital y pedirle permiso al guardia y al doctor de ella porque ya a él le hacía falta ver a mi mamá”, cuenta con tristeza Zaimara.

Aunque ha cuidado de su progenitora “todo el tiempo, muchos años, desde que tengo uso de razón”, Zaimara anhela poder ofrecerle una mejor calidad de vida a su madre, quien siempre ha cuidado de ella así como de otros familiares. “Cuando yo tenía ocho años me fui a los Estados Unidos con mi mamá. Hubo una situación familiar con una hermana de mi mamá y se llevó a los siete hijos de mi tía y me llevó a mí”, recuerda Zaimara de aquellos tiempos.  

Zaimara aprovecha el momento para compartir un mensaje con aquellos jóvenes que tienen problemas con sus padres, especialmente con sus madres.

“Yo le puedo decir que mamá es mamá y que madre solo hay una… Puede pasar lo que sea con tu mamá. Tu mamá puede ser la peor. Pero muchas veces estamos enojados con nuestros padres y cuando los padres nos faltan ahí vienen los ‘ay’ y los lamentos. Y los cuestionamientos, porque te cuestionas a ti mismo porque te dices, pero por qué… Fue por mi culpa”, reflexiona.

Incluso, cuando Zaimara hace una introspección y evalúa sus virtudes y defectos, inevitablemente se vuelca en la relación que tiene con su madre.  Asegura que su mayor virtud “es lo que estoy haciendo por mi mamá”. Mi mayor defecto yo diría que yo soy demasiado de muy buena. A mí me gusta ayudar a todo el mundo, a veces sin conocer a las personas… Y hay veces que uno tiene que ser un poquito duro… ponerlo en una balanza. Tienes que ser mitad y mitad”, aconseja la joven treintañera.

Sin embargo, qué es lo que Zaimara valora más en una persona. “Yo valoro que sea una persona recta, que sea sincera, una persona que sea leal y sobre todo que sea respetuosa. Detesto que me mientan y como dicen por ahí ‘que me apuñalen por las espaldas’”, concluye.  

Jóvenes en la Construcción de Loíza forma parte de una estrategia amplia de justicia racial y social que la FCPR desarrolla desde 2015 para contribuir al bienestar integral de niños, niñas, jóvenes y familias de este pueblo. Para este proyecto, la FCPR contó con aportaciones de W.K. Kellogg Foundation. En particular, el proyecto refuerza el capital financiero, humano y físico de los participantes, fortaleciendo así las comunidades de Loíza. La iniciativa cuenta con la colaboración de Taller Salud, Ferretería Pagán, Municipio de Loíza y Vitrina Solidaria.

Este es el cuarto de una serie de artículos sobre el proyecto Jóvenes en la Construcción de Loíza.