La meta y el objetivo están clarísimos: tener redundancia energética, es decir más de una fuente de energía, para evitar la interrupción en el servicio de agua que llega a sus hogares a través de los acueductos comunitarios.

Los acueductos comunitarios son infraestructuras independientes al sistema central y autogestionadas por las propias comunidades, que facilitan el acceso a agua potable a sobre 100,000 personas en nuestras comunidades. Sin un sistema de redundancia, el servicio de agua se vería interrumpido, lo que les limitaría en la preparación de alimentos, la higiene personal, la limpieza e incluso pondría en riesgo la salud de los residentes, áreas que fueron acentuadas dramáticamente durante el huracán María.

Sin electricidad, los acueductos que se sirven de pozos no pueden extraer el agua por bombeo. Por eso, la redundancia energética es crítica para estas comunidades: si no hay electricidad de la red eléctrica, tienen el sistema solar; y si no tienen el sistema solar, tienen el generador de electricidad.  

“Yo espero en Dios que no haya problema (cuando tengamos todos los equipos), porque si falla uno, arranca el otro”, comentó Eurípedes Mateo Cruz, presidente de la Comunidad Montería en Coamo, que administra el acueducto comunitario que sirve a 82 casas.

Esta es una de las comunidades que junto a otras, como Usuarios de Pozo Profundo (Piñas I) en Caguas, han sido evaluadas para el proyecto de Redundancia Energética para Acueductos Comunitarios que lidera la Fundación Comunitaria de Puerto Rico (FCPR). El proyecto es posible gracias a una subvención del Programa de Mitigación de Riesgos de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA por sus siglas en inglés), a través de la Oficina Central de Recuperación, Reconstrucción y Resiliencia (COR3).

A la izquierda, Eurípedes Mateo Cruz, presidente de la Comunidad Montería en Coamo, junto a Feliciano Santiago, administrador de la Asociación de Residentes de San Diego, quien brinda apoyo voluntario al acueducto comunitario de Montería, hablan sobre detalles del proyecto durante visita de la FCPR y contratistas.

El proyecto viabilizará que comunidades con acueductos comunitarios tengan equipo de bombeo de agua de alta eficiencia, equipo fotovoltaico para la generación solar y/o generador de emergencia con tanque integrado de almacenamiento para combustible.

“Con este proyecto estamos consiguiendo las placas que nos hacen falta para tener los tres equipos funcionando, por si acaso ocurre alguna emergencia”.

Eurípedes Mateo Cruz, presidente de la Comunidad Montería en Coamo

La Comunidad Montería tiene un pozo de 250 pies de profundidad, ya cuentan con un generador que le proveyó el Departamento de Agricultura Federal, y con el proyecto que impulsa la FCPR tendrían los equipos necesarios para operar con energía solar e integrar otras fuentes de energía según sean necesarias. Esto les brinda un sistema de redundancia robusto. Por ejemplo, el generador que adquirieron les permitió el servicio de agua ininterrumpidamente durante el paso del huracán Fiona, compartió Euripides.

Feliciano Santiago, administrador de la Asociación de Residentes de San Diego, toma fotos con un drone del área donde se visumbra irían las placas solares del acueducto de la Comunidad Montería en Coamo.

“No tuvimos problemas durante Fiona, aunque la luz se fue. No había luz, pero teníamos la planta y estaba llena de diesel. Con María no había na’, aquí no había planta ni . Estuvimos sin luz durante seis meses, y sin agua. El municipio la traía (el agua). Eso fue un golpe demasiado de duro, duro porque no había agua, no había luz, tenía uno que estar gastando en gasolina para las plantas, buscar agua, ir para las quebradas a lavar…”.  

El Proyecto de Redundancia Energética para Acueductos Comunitarios se encuentra en etapa de planificación y diseño preliminar.

En esta etapa, se realizan análisis de ingeniería específicos para cada contexto, y de esta manera determinar la viabilidad técnica del proyecto y los equipos o sistemas óptimos que pudieran ser instalados en cada comunidad, así como la posible ubicación de éstos. Esta información es requerida por FEMA previo a la aprobación final y recomendación del proyecto para la etapa de construcción.

Brenda Guzmán, gerente del Proyecto de Redundancia Energética para Acueductos Comunitarios y Eurípedes Mateo Cruz, presidente de la Comunidad Montería en Coamo, observan un mapa que muestra las áreas que son servidas por el acueducto de la comunidad.

Durante esta etapa se han identificado cerca de 75 comunidades con acueductos potencialmente elegibles para beneficiarse del proyecto. Al presente se han completado los análisis técnicos y diseños preliminares en 25 comunidades y están en progreso de completarse otras 31 comunidades, para un total de 56 comunidades. Se proyecta completar esta etapa durante el primer trimestre del 2023.

Dado a que el proyecto está dirigido a suplir alternativas energéticas, los acueductos que se suplen de tomas superficiales que operan por gravedad y que no dependen de energía eléctrica para la extracción y distribución del agua a sus comunidades, resultaron no elegibles. Otros acueductos también enfrentan retos en términos de disponibilidad de terreno y de titularidad para la ubicación de los equipos, entre otros asuntos que inciden en la viabilidad de este tipo de proyecto. 

El reto de autogestionarse el agua

En Puerto Rico hay 240 comunidades rurales que autogestionan el servicio de agua a través de acueductos comunitarios –esto incluye algunas instituciones. Estas comunidades tienen que ingeniárselas para tener acceso a agua potable, ya que el sistema central administrado por la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados (AAA) no llega hasta estas comunidades debido a la dificultad para abordar determinadas áreas de la zona montañosa.

“Se rompe un tubo, la comunidad tiene que trabajar. Se rompe la bomba, la comunidad tiene que sacarla de ahí. Aquí no hay ayuda, y esto es un tesoro. Tenemos que conservarlo, cueste lo que nos cueste e invertir el dinero que haya que invertir, buscarlo hasta por debajo de las piedras”.

Miguel Sánchez, presidente de la comunidad Usuarios Pozo Profundo (Piñas I) en Caguas.

La responsabilidad que tienen los acueductos comunitarios sobre sus hombros es pesada, incluye administración, organización comunitaria, cumplimiento con calidad de agua y mantenimiento de la infraestructura. A eso se añade, los retos presupuestarios y de transición en el liderato, esto último debido a que muchas de las personas al frente de los acueductos del país son mayores de edad.

“Ya nosotros vamos pa’ tras. Hace falta que muchachitos nuevos aprendan a bregar con esto y sigan. Fueron los padres de nosotros los que empezaron eso, y luego venimos nosotros y nos quedamos nosotros. Esto es una cadena, se va uno y llega el otro y así estamos”, dice Miguel, cuyo acueducto comunitario sirve a 65 casas. 

Personal de la FCPR y contratistas en visita al acueducto de Usuarios Pozo Profundo (Piñas I) en Caguas.

Ello, no obstante, no aplaca los beneficios alternos que ha traído la autogestión alrededor de los acueductos como, por ejemplo, el potencial de realizar otros proyectos.

“El acueducto me ha permitido relacionarme con mi comunidad y saber de cada uno de sus problemas. Cuando me llaman para donaciones, por ejemplo, yo sé dónde está la necesidad”, comenta Nilda Rivera, secretaria y tesorera del acueducto de Usuarios Pozo Profundo (Piñas I) en Caguas.

En el caso de esta comunidad, el proyecto le podría viabilizar la adquisición de un generador, ya que no tienen espacio para un sistema solar.

“Para mí es un éxito que la comunidad tenga su propia agua porque la comunidad se une, cuida el agua porque sabe que la necesitamos porque no tenemos más nada’”, compartió Nilda.  

En el caso del acueducto de la Comunidad Montería en Coamo, lo más que les causa “dolores de cabeza” es cuando la bomba se daña. “Hay que sacarla y volver a meter una nueva”, dijo Eurípides.

“¿Y eso es muy frecuente?”, se le preguntó.

“Ahora mismo se nos dañó dos veces corridas”, respondió. El costo de una bomba se estima entre $4,000 y $5,000, más los costos de instalación. “Tenemos que seguir nosotros como comunidad bregando con esto”, explica Euripides.

A la izquierda, Brenda Guzmán, gerente del Proyecto de Redundancia Energética para Acueductos Comunitarios, y, al centro, Nilda Rivera, secretaria y tesorera de Usuarios Pozo Profundo (Piñas I) en Caguas.

Por décadas, así ha sido. Por eso, miran con entusiasmo y esperanza la oportunidad de recibir ayuda para fortalecer su infraestructura a través de la redundancia energética, para que el agua nunca les falte.

Tras los estragos del huracán María en septiembre de 2017, la Fundación Comunitaria de Puerto Rico (FCPR) desarrolló el programa Agua Pa’ Nosotros. Su enfoque es brindar acceso a agua potable a través del fortalecimiento de los acueductos comunitarios. Para lograrlo robustece cuatro áreas esenciales de los acueductos comunitarios: la infraestructura, la organización comunitaria, la administración y el cumplimiento con las agencias reguladoras. Uno de los proyectos de este programa – que actualmente se está desarrollando – es el de redundancia energética para acueductos comunitarios.

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Por Libni Sanjurjo / Oficial de Comunicaciones de la Fundación Comunitaria de Puerto Rico